viernes, 5 de noviembre de 2010

El demonio desatado

2 de Noviembre

He estado seis días en coma. Lentamente mi mente comienza a reconstruir todos mis recuerdos. Mis sentidos regresan poco a poco. Primero regresa mi oído. Escucho un sonido agudo y constante al ritmo de mi corazón. Regresa mi sentido del tacto. Estoy acostado en algo parecido a una camilla, aun esposado de las manos. Mi boca esta seca y con cierto sabor a sangre. Un grupo de personas entra al cuarto, percibo el aroma de Leona entre ellas. Los fundadores también están aquí

- ¿Cual es su estado? - el mayor de los fundadores se para a unos metros de mi, siento su mirada. Su acento norteño es  inconfundible.
- Logramos estabilizarlo - la única enfermera del lugar, lo mas cercano que tenemos a un medico. ¿Que puede saber ella de mi estado? - aunque parece estar evolucionando solo.
- ¿Esta infectado? - pregunta Leona.
- Sus signos vitales y el ataque que describió Vanessa concuerdan con todo el cuadro clínico de un infectado. Sin embargo ha estado tranquilo desde el día de ayer, sus signos vitales han regresado a la normalidad y... - la enfermera se detiene un momento aun confundida por los signos que mostraba mi cuerpo inmóvil -... no tiene ninguna marca en la piel.
- Usualmente los infectados con Pandora lo expresan después de el primer ataque - interrumpe Leona - El parece haber resistió varios.

Un silencio invade la sala, solo escucho el sonido de la maquina que monitoriza mi ritmo cardiaco. Cosas que logramos extraer de un hospital abandonado hace dos meses.
Escucho los pasos del fundador acercarse a mi. Mi vista regresa lentamente pero no abro los ojos.

- No podemos arriesgarnos, no puedo arriesgar a toda esta gente - escucho un cartucho entrar en su arma de mano y siento el frió metal del cañon en mi frente - Adiós, Mateo.


Abro mis ojos al mismo tiempo que alzo mis manos y desvió el disparo el cual atraviesa el aparato que monitorizaba mi corazón. Noto una diferencia en mis movimientos. Siento cada uno de ellos antes de hacerlos logrando con esto mas tiempo para evaluar los resultados e incluso reproducirlos antes. Mi mente es demasiado veloz.Giro mis brazos atrapando la mano de Francisco, el fundador, y lo jalo hacia la camilla recibiéndolo con un rodillazo que lo manda del lado contrario de la misma. Doy un salto balanceandome con mis piernas y aviento la camilla a mis espaldas al mismo tiempo que caigo de pie.

- ¡Quieto! - Leona y tres de sus soldados personales me apuntan con sus armas. Marina, la enfermera, corre hacia una esquina.

Observo con cautela los fusiles de asalto AK y la metralla semiautomática de Leona. Mis manos siguen esposadas pero siento la energía en mis músculos, como si estuviesen palpitando preparados para cualquier acción. Mis sentidos se han expandido a tal grado que puedo recrear cada rincón del cuarto por su olor, color y el rebotar de todos los sonidos. Me agazapo y corro hacia Leona al mismo tiempo que me aviento al suelo extendiendo mis brazos y mis piernas. Los disparos destrozan el suelo tras mis pasos. Caigo con las manos y doy una maroma a los pies de los soldados. Sin levantarme pateo la rodilla de uno de ellos quien cae al instante sin embargo mi mano detiene la caída de su arma. Su mira apenas esta buscando mi cuerpo cuando uno de ellos es interrumpido por un fuerte golpe de la culata del fusil el cual he tomado como si fuera una especie de mazo. El arma del ultimo soldado se traba justo antes de hacer su disparo hacia mi pecho. Puedo sentir mi codo rompiendo su quijada y comienzo a correr hacia la salida. Un fuerte golpe en mi costado me detiene. Leona ha decidido combatir mano a mano. Mi empeine se acerca con gran velocidad a su rostro pero es lo suficiente mente rápida como para esquivarlo y soltarme otro golpe en el pecho. Antes de que su mano pueda salir de mi alcance la tomo y con un giro la enredo entre las esposas. Le doy una patada en el abdomen y ella responde con un giro de caderas y un jalón que me hace volar sobre ella y aterrizar con mi espalda y parte de mi cadera. Giro en el suelo y rápidamente me levanto de un salto. Un disparo interrumpe mi siguiente movimiento. Francisco apunta con su arma decidido a no fallar en su segundo intento. 

- ¡No! - Leona grita y mira a Francisco, distrayéndose.

Rápidamente giro y me agacho. Como un felino que emprende el ataque hacia su presa corro golpeando la puerta y abriéndola. Un pasillo demasiado extenso aparece frente a mi pero no me detengo. Un par de disparos pasan a mi lado y destruyen partes de la pared mientras voy llegando al final del pasillo. La puerta frente a mi se abre antes de que pueda tocarla y un par de soldados bloquean la salida. Sin pensarlo evaluó rápidamente otra salida. Las imagenes se construyen en mi mente recreando cada una de mis opciones. Salto hacia uno de los ventanales a mi costado derecho rompiéndolo con el hombro y cayendo desde un tercer piso. Giro en el aire y caigo de pie. Sigo corriendo, sin dolor, sin cansancio, sin heridas. Las balas de las metrallas siguen mis pasos. La gente corre al verme semi desnudo, con solo un pantalón roto, huyendo de los disparos. No se como saldré de Odisea aun.